sábado, mayo 12, 2007

Armonía de ojos

Entré a la sala llena de mujeres de más de cuatro décadas, se sentía bien, no sé si era algo en la brisa o que era media mañana y no había comido nada. Un incienso estaba encendido junto a una pequeña mesa con fotos de personas que no conocía, digamos que era un altar improvisado. Logré situarme en medio de la sala, frente al altar, y me senté en una alfombra que me recomendaron llevar. Entonces llegó un tipo con una camisa amarilla de mangas cortas, un pantalón color crema y sin zapatos, llegó con una mirada penetrante y desde que lo vi, supe que era él quien estaba detrás de todo. Se sentó en una ordinaria silla de plástico y empezó a hablar, su voz extrañamente me recordaba la existencia de la caña de azucar y en sus ojos provocaba navegar. No fue amor a primera vista ni nada por el estilo, sólo una extraña conexión, creo que esa es su misión. Entonces empezó a hablar de vivir la experiencia más no explicarla, pues cuando pretendes explicarla pierde todo el sentido y otra persona no la vivirá igual que tu por más que le describas. Todo esto sucedió mientras sus pies descalzos se acariciaban mutuamente. Entonces indicó lo que haríamos luego. Y cerré los ojos, yo estaba en posición de indio, yo debía sentir las manos de alguien sobre mi cabeza cinco veces. Esperé a ciegas y de fondo música en sanscrito. Definitivamente era una expriencia diferente. Y por fin se posan unas manos sobre mí, estaban calientes y ese calor descendió por mi cuerpo llegando aproximadamente a la mitad de mi pecho. Pensé que la sensación térmica era efecto del calor que últimamente ha hecho en la ciudad. Escuché cinco canciones y juré que se habían olvidado de mí hasta que sentí de nuevo las manos y volvía a sentir el calor y ésta vez no lo justifiqué con meteorología. La tercera vez la espera no fue tan larga, pues las desconocidas manos se apresuraron y el calor que ya era familiar se acompañó por un beso en el polo norte de mi cabeza, y el beso repercutió en escalofríos. Ya estaba ansiosa por sentir de nuevo el calor, era enviciante y hacía sentir bien y gracias a Dios que pasaron sólo dos canciones antes de la cuarta sensación. Y el calor en compañía de un corto dolor de cabeza. Y finalmente el goce acababa de la misma manera que empezó.
-Se pueden mover lentamente- dijo la suave voz. Entonces me acosté y esperé la orden para la apertura de mis párpados.
El hombre empezó a hablar sobre la Academia y Bhagavan. No podía desistir mi mirada cuando me veía, parecía que éramos sólo él y yo. Parecía una guerra, una guerra en la que perdían las pupilas que se perdieran. Y repito, no fue amor a primera vista, fue algo diferente. Entonces la sesión terminó y con un veloz "chao" llegué para acá a explicarlo todo, aunque dudo que lo puedan vivir de la manera en que yo lo hice.

"usted no existe para mí"

Uy, llevo mucho tiempo sin postear. Pero igual no me siento en la obligación de hacerlo porque como diría Cortázar: esto para mi es "una tentativa de contacto, no con personas definidas, no con lectores definidos, probablemente conmigo mismo o con una realidad ajena y exterior con la que se busca prescisamente el contacto para que llegue a ser un poco ajena y exterior.

Más vale leer mal siendo uno mismo, que pretender igualar a un buen lector profesional. Sobretodo porque quisiera sentir un poco como si estuviera en la misma habitación donde oye usted éste disco. Y cuando digo usted, usted no existe para mí, sin embargo, vaya si existe porque usted y yo somos éste encuentro desde tiempos y espacios distintos. Una anulación de esos tiempos y esos espacios, y eso es siempre la palabra y la poesía. Digamos entonces que estamos juntos y yo tengo unos cuantos papeles y voy a leer algunos como vayan saliendo".

Realmente sólo quería citar un trozo pero la voz me hipnotizó y escribí de más. Fue seguro efecto de esa curiosidad que despierta el Genio en mí, sólo imaginándolo en una habitación sobria con un escritorio base de edificios de papeles y un grabador para complacerse.