lunes, julio 03, 2006

Cáncer de olvido

"Se nos muere el amor, tiene anemia de besos, tiene cáncer de olvido". Sonaba en la radio del viejo Malibú escarlata y cual película era la canción que describía el momento. Después de un año juntos, Diego y Adriana, observaban esa enfermedad mortal que consumía su relación. Reposaban de una intensa escena de compartir gritos e insultos. Adriana no lo podía ver, empezaba a odiar el tic nervioso de su ojo izquierdo, que antes le causaba gracia y ahora disgusto, le molestaba su voz y su incómodo silencio. Sus ojos azules ya no le recordaban su viaje a Las Bahamas sino el vaso de agua que deseaba lanzarle encima. La rabia como oxígeno llenaba al viejo automóvil de asientos de cuero que en las esquinas se les veían las entrañas. Los transparentes vidrios que invitaban a las miradas en sus riñas. El volante sucio y desteñido por el uso. La corneta, similar a la de un camión de carga. El revuelto de cables al que él llamaba radio y las alfombras caducas de Snoopy. El parabrisas de utilería y la palanca de las ventanas que tonificaba el brazo derecho de Adriana.

Diego la dejó en su casa y el orgullo hizo que se olvidaran del beso de despedida. Adriana entró y ya empezaba a oscurecer. El teléfono sonó, era su amiga Elena que llamó para invitarla a salir en la noche con unos amigos de ella. Adriana se animó y empezó a arreglarse para disfrutar la noche que apenas comenzaba.

Elena llegó junto a sus amigos en la media noche para buscar a Adriana, que llevaba horas esperando. Abrió la lujosa puerta del platinado Porsche y se sentó de copiloto con un piloto desconocido, Ricardo, que se quedó cautivado por las curvas de Adriana, su diminuta cintura que luego se extendía y formaba sus caderas, donde él quería navegar. Sus ojos detallaron su sensualidad y un pequeño vestido tapaba los sitios que quería observar.

Avanzó la noche en ese lugar donde la apariencia es lo que vale y las emociones primitivas se hacen presente. El alcohol y el cigarro consume a la gente y Adriana, Entre copas, ni se acordaba de Diego. La atracción entre Ricardo y ella se hizo obvia y fueron a un cuerto de hotel para matar esasganas de sentir los cuerpos sin corazones, que se conocen y en almas se desconocen, para llegar a la cima del deseo.

Adriana y Ricardo volvieron a la discoteca para buscar a Elena. Se quedó a dormir en la casa de si amiga esa noche porque era muy tarde para ir a la suya.

Una fuerte migraña despertó a Adriana esa mañana y fue al baño, donde la chica del otro lado del espejo era una completa desconocida, las lágrimas empezaron a brotar y a lubricar ese triste y vacío rostro. Elena escuchó a lo lejos un llanto y corriendo se dirigió al baño y abrazó a su amiga, que estaba ahogada en penas y en los sucios recuerdos de la noche anterior.

4 Comments:

At 11:30, Blogger Guillermo said...

um....
bah!, mujeres.

Amor directamente proporcional al precio del carro, y si, creo mas en la gente cuando esta borracha. la verdadera adriana es la que se acosto con el del porsche.

 
At 18:47, Anonymous Anónimo said...

Very best site. Keep working. Will return in the near future.
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At 16:37, Blogger Merita said...

Ay me gustó ! :D

 
At 16:37, Blogger Merita said...

Te juro, me re gustó

 

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