Cáncer de olvido

Diego la dejó en su casa y el orgullo hizo que se olvidaran del beso de despedida. Adriana entró y ya empezaba a oscurecer. El teléfono sonó, era su amiga Elena que llamó para invitarla a salir en la noche con unos amigos de ella. Adriana se animó y empezó a arreglarse para disfrutar la noche que apenas comenzaba.
Elena llegó junto a sus amigos en la media noche para buscar a Adriana, que llevaba horas esperando. Abrió la lujosa puerta del platinado Porsche y se sentó de copiloto con un piloto desconocido, Ricardo, que se quedó cautivado por las curvas de Adriana, su diminuta cintura que luego se extendía y formaba sus caderas, donde él quería navegar. Sus ojos detallaron su sensualidad y un pequeño vestido tapaba los sitios que quería observar.
Avanzó la noche en ese lugar donde la apariencia es lo que vale y las emociones primitivas se hacen presente. El alcohol y el cigarro consume a la gente y Adriana, Entre copas, ni se acordaba de Diego. La atracción entre Ricardo y ella se hizo obvia y fueron a un cuerto de hotel para matar esasganas de sentir los cuerpos sin corazones, que se conocen y en almas se desconocen, para llegar a la cima del deseo.
Adriana y Ricardo volvieron a la discoteca para buscar a Elena. Se quedó a dormir en la casa de si amiga esa noche porque era muy tarde para ir a la suya.
Una fuerte migraña despertó a Adriana esa mañana y fue al baño, donde la chica del otro lado del espejo era una completa desconocida, las lágrimas empezaron a brotar y a lubricar ese triste y vacío rostro. Elena escuchó a lo lejos un llanto y corriendo se dirigió al baño y abrazó a su amiga, que estaba ahogada en penas y en los sucios recuerdos de la noche anterior.
4 Comments:
um....
bah!, mujeres.
Amor directamente proporcional al precio del carro, y si, creo mas en la gente cuando esta borracha. la verdadera adriana es la que se acosto con el del porsche.
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Ay me gustó ! :D
Te juro, me re gustó
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